Vintage: la exclusividad es el nuevo lujo

El nuevo elitismo de la moda abandona las tendencias y convierte el concepto “segunda mano” en el nuevo lujo al que pocos pueden acceder.

Que lo vintage se convierta en el nuevo lujo puede verse como aquella palmadita en la espalda que todos quieren darse a favor de la sostenibilidad. Pero lo cierto es que el buen gusto está ganando terreno al concepto “tendencia” y solo aquellos con los contactos adecuados (y las carteras más extensas) pueden adquirir las prendas que realmente están de moda.

Alexa Chung y Kate Moss fueron algunas de las primeras it girl en crear tendencia combinando diseños vintage con las prendas de actualidad. De eso hace casi una década y la filosofía y la ética en el mundo de la moda han evolucionado en gran manera. Lo que no ha cambiado es el elitismo que acompaña lo “vintage” en cuanto a moda se refiere. Que Jennifer Aniston o Cate Blanchett decidan dar una segunda vida a un vestido para la alfombra roja, quizás tiene más que ver con una conciencia sostenible que con el propio estilo. Pero está claro que no todo sirve, porque una prenda de una tienda Humana no puede competir con un vestido pre-loved de Galliano.

Moda vintage, la gran aliada de la generación Z

El predominio de la moda de segunda mano se está enriqueciendo gracias a la generación Z. Los jóvenes se están despegando de las tendencias y abordan la moda desde un punto de vista más libre y creativo. Los gustos personales juegan un papel imprescindible en el estilo personal y, gracias a la moda vintage, logran saciar esa necesidad de individualidad nacida de la pandemia.

Lo complicado de todo esto es lograr hacerte con diseños vintage de grandes firmas, y de prendas que han estado agotadas durante temporadas. A día de hoy, uno de los armarios más admirados por los y las amantes de la moda es el de Rosie Huntington. La top model y actriz luce algunas de las prendas más perseguidas del panorama de la moda, pero puede hacerlo gracias a su estilista. Una profesional experta en recurrir a los archivos históricos de las marcas, con una cartera de contactos como pocas, capaz de conseguir las mismísimas prendas de Marilyn Monroe.

Porque, al final, también acceder a estas prendas resulta una actividad excluyentemente cara y elitista, afín solo a aquellos que tienen los contactos (y la cartera) adecuados.

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