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Oasis de magia en el corazón de Europa

Viena

Texto por Júlia Ponsa Sala

Olor a galletas de jengibre, castañas asadas, canela y vino caliente. Esta es la fragancia que empieza a impregnar la ciudad de la Navidad a mediados de noviembre. La ciudad condal por excelencia, llena de arte, música, ópera y edificios monumentales. Y sí, estamos hablando de la capital austríaca, Viena.

La magia de la Navidad, al igual que su carácter imperial y su dulce fragancia de jengibre, se hacen presentes en cada rincón, plaza, calle y palacio de la capital. El abanico de mercados navideños en Viena es inmenso y si bien hay algunos que se han modernizado y podemos llegar a encontrar productos atípicos para la temporada navideña, lo cierto es que Viena puede presumir de tener uno de los mercadillos de navidad más antiguos del mundo. Son una tradición milenaria y el escaparate de luz y color que inunda la ciudad en estas fechas se remonta a la Edad Media, cuando en 1298 Albrecht concedió a los ciudadanos de Viena el disfrute de un mercado de diciembre o «Krippenmarkt». Desde entonces, los mercadillos han ido mutando, progresivamente, pero sin perder la elegancia y sello vienés. 

De esta forma, repartidos por el centro y los alrededores podemos llegar a contar hasta una docena de mercados navideños; pero lo único que comparten es su razón de ser: inaugurar y celebrar la Navidad, porque dos de iguales no es posible encontrar. En este sentido, los hay con temáticas especificas o bien dirigidos hacia los más pequeños.

Christkindlmarkt: El más monumental

Ubicado en Rathausplatz, la Plaza del Ayuntamiento de Viena, este mercadillo es uno de los más visitados de la ciudad. Y no es de extrañar: 150 casitas de madera se reparten por todo el espacio, donde además de comprar adornos de navidad artesanales, se pueden degustar auténticas delicias de la gastronomía austríaca. Hablamos de los típicos pretzels en forma de lazo, de los tradicionales braftapel, una manzana al horno rellena de miel, nueces o canela; además de variedades infinitas de krapfen, un buñuelo redondo y azucarado típico de la repostería alemana y austríaca. Por supuesto, para los más chocolateros, entre la infinidad de puestecillos de madera se pueden encontrar puestos de venta especializados en la icónica tarta Sacher.

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Fotografía: Júlia Ponsa

La actividad frenética caracteriza a este mercadillo y es que la oferta de atracciones tanto para pequeños como mayores es muy diversa. Un gran arco iluminado da la bienvenida a los miles de visitantes que, con el objetivo de encontrar un adorno o bolas de cristal artesanales, también podrán teletransportarse a una película navideña al más puro estilo norteamericano. Una gran pista de hielo, un icónico carrusel, arboles minuciosamente decorados que forman un mar de luz y talleres para niños en los que elaboran las famosas galletas de gingerbread, envuelven el ambiente.

Altwiener Christkindlmarkt: Retroceder en el tiempo

n pleno centro urbano, en la plaza Freyung, encontramos el mercadillo más antiguo y tradicional de la ciudad. Este mercadillo tiene lugar desde 1772 y su tamaño más reducido le confieren un ambiente más íntimo y recogido. Un oasis de paz en medio de la ciudad condal en el que destacan los productos navideños confeccionados artesanalmente: desde decoraciones de cristal, adornos hechos con madera, cerámica y belenes tradicionales. No obstante, las delicias navideñas austríacas también están presentes, además de un puesto de chocolate caliente que cada año se instala en este mercadillo. Este punto de venta de chocolate caliente es siempre de carácter solidario y el importe de cada taza vendida va destinada a alguna causa o proyecto social, de forma que el característico perfume de jengibre se mezcla con el aroma de chocolate deshecho.

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Fotografía: Johannes Wiedl vía Wien Tourismus

Belvedere: Navidad en palacio

Junto a la antigua residencia de verano del Príncipe Eugenio de Saboya, el Palacio de Belvedere, se despliega un mercadillo navideño de ambiente barroco e imperial. Numerosos puestos de comida con el eslogan ‘Así es como sabe Viena’ y bebidas calientes, tales como café vienés o el tradicional punsch y vino caliente nos ayudarán a sobrellevar el frío invernal de la ciudad. Este palacio acoge un museo de arte, la Österreichische Galerie Belvedere, en la que se encuentra la obra más reconocida del pintor austríaco Gustav Klimt, el cuadro “El beso”.  

Año nuevo, vida nueva

Alejándonos del centro de Viena, junto al Palacio de Schönbrunn, que durante años fue la residencia veraniega de la familia imperial en Viena, se encuentra otro de los imprescindibles mercadillos navideños. A diferencia de los otros, este sigue presente tras las Navidades, y se le conoce como el mercado de Año Nuevo. Por tanto, en medio de este paisaje imperial, además de adornos navideños confeccionados a mano, conciertos en directo y actividades para los pequeños de la casa es también el lugar idóneo para prepararse y dar la bienvenida al nuevo año.

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Fotografía: Christian Kremser vía Austrian National Tourist Office

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