La moda inclusiva ¿es realmente una realidad?
La diversidad sobre las pasarelas empieza a hacerse patente, pero ¿nos basta eso para catalogar la actual industria de la moda como inclusiva? Los analistas del sector nos hablan de ello.
Un informe publicado por la plataforma Tag Walk analizaba las últimas semanas de la moda (temporada primavera-verano), remarcando un detalle muy relevante y a tener en cuenta: la modelo que más desfiles acumuló esa edición fue la norteamericana de origen sudanés, Acherin Madit.
Black Lives Matter
En un año lleno de altibajos, la pandemia no ha sido el único obstáculo al que la sociedad mundial ha tenido que enfrentarse. Las tensiones causadas por el incremento de las desigualdades sociales y raciales, especialmente en los Estados Unidos, y el aumento de la violencia ejercido sobre la población afroamericana y de origen latino ha desarrollado el movimiento Black Lives Matter. Este se ha convertido en el mayor motor de denuncia del siglo y el resto de sectores, incluido en el de la moda, se han hecho eco de ello.
Cambio de paradigma en la inclusividad
Pero la transformación ha ido más allá y también los paradigmas están cambiando en cuanto a las tallas (aumentando un 18,8% la presencia de las modelos curvy), las edades (notable presencia de modelos de más de 30 años) y las identidades sexuales (con un incremento del 14% de presencia LGTBI+) de l@s modelos. El esfuerzo en este aspecto ha sido tal, que incluso uno de los pasados desfiles de Valentino se convirtió en motivo de estudio por ser una de las propuestas más inclusivas de la historia de la moda. Hasta aquí todo bien. Pero ¿es suficiente con esto?
Desde la revista Afroféminas lanzaban un mensaje en clave metafórica que ejemplificó a la perfección lo que en realidad está sucediendo.
“Diversidad es que te inviten a la fiesta. Inclusión es que te saquen a bailar. Igualdad es que también seas organizadora”.
Afroféminas
Metamorfosis desde la raíz
Cualquier paso, por pequeño que sea, es más que bienvenido y sobre todo muy necesario, pero cambiar solo de cara a la galería —en este caso la pasarela— no es suficiente. El cambio tiene que producirse también desde la raíz, lo que afecta al entorno laboral, a la totalidad del equipo que trabaja tras las bambalinas, al trato que cada uno de los individuos recibe y, por supuesto, a la igualdad en la remuneración que reciben.
Las pasarelas deben ofrecer un reflejo en el que tod@s y cada uno de nosotr@s pueda identificarse, pero lo más importante es que este reflejo no se reduzca a una simple ilusión óptica.
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