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El dentista: mitos y realidad

Charlamos sobre los tópicos de los dentistas con el doctor Antonio de la clínica dental Udaeta Comella, profesionales del sector por sus conocimientos y la tecnología dental más avanzada

Una de las frases que escucho algunas veces cuando se habla de los dentistas es que son caros. Ante esta terrible afirmación, mi esposa y socia desde hace treinta años, la Dra. Marta Comella, responde: “¿es caro un empaste que cuesta 80€ y dura quince años o una limpieza dental anual de una hora con radiografías de control y revisión por un precio similar? Comparado con el dentista, mucho más caro es ir a la peluquería una vez al mes o ir a comer una mariscada pues el disfrute dura hasta que sales del restaurante; un empaste te va a ayudar a masticar varias veces al día durante años”.

Mitos dentales, ¡No te dejes engañar!

Por favor, no se enfaden los profesionales de la restauración ni de los salones de belleza; se entiende perfectamente que a las personas nos gusta gastarnos el dinero en lo que nos apetece, en lo que disfrutamos, y no en lo que nos vemos obligados y, además, no es agradable. Un tratamiento de carillas de porcelana puede costar varios miles de euros pero su valor es muy alto porque el resultado es visible, el paciente lo hace con ilusión y se disfruta muchos años, así que el desembolso se hace más a gusto que el de un empaste aunque el precio no tenga nada que ver. Todo es relativo.

Otro de los tópicos relacionados a nuestra profesión era que los dentistas hacíamos daño. Gracias a los avances en la Odontología y a las modernas anestesias, esto se escucha muy poco hoy en día, más bien todo lo contrario, mucha gente nos dice “¡antes sí que hacía daño el dentista!” Pero sigue habiendo personas a las que les cuesta mucho sentarse en el sillón dental por desconocimiento o por una mala experiencia anterior. En estos casos no hay nada como la sedación consciente. Los tratamientos con sedación han ido adquiriendo protagonismo en muchas disciplinas, nadie se plantea actualmente una gastroscopia sin sedación, por ejemplo.

Comparado con el dentista, mucho más caro es ir a la peluquería una vez al mes o ir a comer una mariscada pues el disfrute dura hasta que sales del restaurante

Dr. Antonio (clínica Udaeta Comella)

En Odontología, algunos profesionales hemos reformado y legalizado nuestras clínicas dentales para poder ofrecer la sedación consciente a nuestros pacientes.     

La sedación consiste en que un médico anestesista coloque una vía al paciente mediante la cual se le suministra un medicamento relajante. El paciente queda adormecido pero responde a estímulos como abrir la boca, morder, etc., con la ventaja de que luego no recuerda nada.

La experiencia es placentera y nosotros la recomendamos para tratamientos largos como cirugías, colocación de varios implantes o pacientes con alto grado de ansiedad pues se puede aprovechar la visita para realizar varios tratamientos. Además, una vez hemos terminado nuestro trabajo y antes de despertar del todo al paciente, el anestesista aprovecha la vía para aplicar la medicación que precise, como antibióticos, antiinflamatorios, etc., con lo cual el postoperatorio es mucho mejor. Una vez el paciente despierta no hay efectos secundarios desagradables y lo único que no puede hacer es conducir hasta unas horas después y para más seguridad se le recomienda venir acompañado.

Un médico que siempre hace esperar es porque está mal organizado o porque sobrecarga la agenda, sin tener en cuenta que el tiempo de los demás es tan valioso como el suyo.

Dr. Antonio (clínica Udaeta Comella)

También he oído por ahí “mi dentista siempre me hace esperar”. No se puede hacer esperar a un paciente más de cinco o diez minutos. Un cuarto de hora ya es demasiado. Es verdad que a veces los dentistas tenemos pacientes con urgencias o se nos alarga un tratamiento pues nuestras visitas suelen ser de “hacer” y no de “recetar”, y a veces tardamos más de lo previsto en terminar un trabajo, pero esto no justifica que por sistema hagamos esperar a nuestros pacientes. Un médico que siempre hace esperar es porque está mal organizado o porque sobrecarga la agenda, sin tener en cuenta que el tiempo de los demás es tan valioso como el suyo. Hoy vivimos en el mundo de la inmediatez y esto hace que nos organicemos nuestro tiempo casi con un cronómetro.           

El tiempo es muy valioso, me atrevería a decir que es lo más caro, ¡más que los dentistas!

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