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Beneficios (científicamente probados) de un abrazo

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La distancia social nos está privando de uno de los mayores placeres de la vida (y uno de los más beneficiosos para la salud) el de dar abrazos.

Un abrazo es capaz de expresar todo aquello que, a veces, no somos capaces de decir con palabras. Nos abrazamos a los demás para transmitir sentimientos de afecto, alegría, consuelo, etc. Lo cierto es que después de abrazar siempre nos sentimos mejor, tanto física como mentalmente y eso a la larga reporta muchos beneficios para la salud. Así que, en el día internacional del abrazo, veamos qué dice la ciencia sobre los beneficios de dar un abrazo.

El abrazo, el fundamento básico para el buen desarrollo del niño

Maria Carlson es la neorobióloga que condujo un estudio en la Universidad de Rumanía acerca de la salud física y mental de los niños. Todos conocemos el método piel con piel que, desde hace algunos años, se lleva a cabo entre un recién nacido y sus padres. Carlson se centró en el estudio comparativo entre niños en edad de crecimiento de familias convencionales que reciben muestras de afecto diarias, y de niños procedentes de orfanatos y centros de acogida. Y estipuló que, estos últimos desarrollaban comportamientos más conflictivos y severos a causa (en parte) por la falta de contacto físico amoroso durante la infancia.

Reduce el miedo

El contacto físico derivado de un abrazo permite que ambas personas implicadas en él ganen confianza en sí mismas. No solo la persona que recibe el abrazo se siente aliviada, sino que también la que lo da es capaz de descargar sus miedos y ganar autoestima. Además, estudios como los publicados en la Asociación de Ciencia Psicológica, evidencia que cuanto más duradero es el abrazo, más efectos positivos tiene en nuestra mente.

Mejora el funcionamiento del corazón y reduce la presión arterial

Un estudio realizado por la Universidad de Carolina del Norte descubrió que las personas que reciben menos abrazos (y en general contacto físico) son propensos a tener un ritmo cardíaco más alto que aquellos que sí reciben abrazos con frecuencia.

¿A qué se debe esto? Pues a la cadena de eventos microquímicos que se producen tras un abrazo. Para que lo entendamos: cuando se da un abrazo piel con piel se activan unos receptores sensoriales llamados Corpúsculos de Pacini. Unos receptores que envían señales a nuestro cerebro para que este segregue oxitocina (la hormona de la felicidad), capaz de reducir considerablemente la presión arterial.

Un abrazo alivia el estrés

Como sucedía en el caso anterior, el psicólogo Ene Astrom escribía para la revista Psicología Integral, que tras un abrazo se producían una serie de reacciones fisiológicas y bioquímicas capaces de reducir la fatiga y disminuir el estrés.

Reduce la probabilidad de enfermar

Un estudio publicado en la revista norteamericana Psychological Science descubrió que las personas propensas a recibir abrazos mostraban condiciones físicas mucho más favorables que el resto. Algo que también se ha podido ver en animales, puesto que aquellos que viven en manada y que reciben muestras de contacto físico suelen vivir más tiempo que aquellos que viven solos.

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