Con Albert Bosch: el Rincón de Asha en el Gran Hotel La Florida
Hoy estoy muy feliz de poder compartir conversación y mesa con una persona a la que sigo desde hace tiempo. Le definen como aventurero, aunque no es la definición que a él más le gusta. Pero si miras su experiencia vital, resulta difícil definirlo de otra forma. Es Albert Bosch, una persona que ha vivido experiencias y ha afrontado retos al alcance de muy pocos. Y qué mejor lugar para conversar con alguien que ha culminado las cimas más altas del mundo que el Gran Hotel La Florida que, desde su posición privilegiada en la montaña del Tibidabo en medio del Parque Natural de Collserola, domina toda la ciudad y nos ofrece unas vistas inmejorables integrándose perfectamente en el entorno natural que le rodea.
La carta de su restaurante combina tradición con toques de modernidad, reinterpretando clásicos de nuestra gastronomía.
¿Cómo te defines?
A mí me gusta definirme como una persona apasionada y comprometida con la vida y la naturaleza. Pero como esto es muy genérico y acostumbramos a necesitar etiquetas concretas, me definen normalmente como aventurero y emprendedor.
Para empezar a abrir boca, llegan a la mesa las Bravas Madrid-Barcelona, que nos sorprenden tanto por su original presentación como por su fantástica textura y, cómo no, por su sabor. Hay clásicos que siempre se pueden mejorar. Y, dejándonos aconsejar en el vino, descubrimos el Miranda d’Espiells 2022, un chardonnay ecológico que es una auténtica maravilla.
¿Cómo fueron tus inicios? ¿Era tu vocación?
Nací y viví hasta los 16 años en Sant Joan de les Abadesses, un pequeño pueblo de los Pirineos. Y ahí siempre estaba fuera, en la naturaleza, haciendo deporte, jugando o experimentando. Evolucioné mucho en el deporte relacionado con el entorno natural: moto de trial y enduro, montañismo, correr por montaña, etc…En resumen, todo lo que pudiera hacer que no fuera en lugares cerrados o delimitados por rayas como el fútbol, básquet, etc. Mi vocación era más el deporte y la naturaleza que el propio concepto de aventura, que fue viniendo después.
¿En qué momento de tu vida y por qué comienzas a realizar aventuras de alto nivel?
Tenía siempre cierta ambición de hacer cosas mayores y, de las dos actividades que más practicaba, que eran moto (enduro o trial) y montaña, me pareció que tenía más recorrido en las carreras de motos. Me fui dedicando a ello cada vez con más intensidad, queriendo afrontar siempre mayores retos y soñando constantemente con el mítico Dakar. Conseguí participar en él a los 28 años, como deportista y en moto. El primer año tuve un accidente y me tuve que retirar, pero el segundo año conseguí completarlo. En ese momento pensé que había logrado llegar a donde yo quería y que algún equipo me ficharía, porque lo que yo realmente deseaba era vivir entorno al deporte y los grandes retos. Pero no me fichaba ningún equipo, me frustré mucho y me di cuenta de que, por desgracia, nunca conseguiría ser un deportista de élite. Pero entendí también que tenía otras muchas capacidades, más allá de las físicas o técnicas, que no estaba aprovechando y que podía promover mi propio equipo y hacer realidad mis sueños. Por eso, convertí el deporte sólo en un medio y la aventura y los grandes proyectos en mi objetivo. Fue cambiar el punto de vista y enfocarme de lleno a una vida llena de aventuras que me ha permitido vivir experiencias intensas por todo el mundo.
Y como experiencia intensa, los calamares a la andaluza con mayonesa verde. Producto de primera categoría en una fritura delicada y excelente. Parece algo sencillo, pero, bien ejecutado, es un plato delicioso.
¿Tenías algún referente en el ámbito del deporte de aventuras?
Mis referentes nunca fueron demasiado del entorno del deporte. Siempre me han inspirado más los exploradores o alpinistas pioneros (no los deportivos): Shackleton, Amundsen, Nansen, Messner, etc.
Hablando de las primeras veces… ¿cómo fue tu primera expedición? ¿Cuándo debutaste escribiendo libros? ¿Cómo fue la primera vez que escogiste dar una conferencia sobre motivación y liderazgo? ¿Y una sobre sostenibilidad?
Es difícil ubicar mi primera expedición. Desde hace casi 25 años he ido haciendo pequeñas y grandes travesías o expediciones a pie, en bici, escalando o haciendo esquí de montaña. Las primeras fueron sobre todo por España, los Alpes y el Atlas marroquí. Pero, dejando aparte mis 9 participaciones en el Dakar, mis primeras grandes expediciones fueron las del proyecto de los “7 Summits” (7 cimas), que me llevaron a escalar la cima más alta de cada continente, con el Everest como punto final.
Has realizado expediciones extremas como subir los 7 picos más altos de cada continente, la travesía hasta el Polo Sur o participado en el Dakar hasta nueve veces. ¿Te gusta ponerte retos?
Me encanta ponerme retos en todos los sentidos. Para mí la vida es interesante si la enfocas como un reto. Pueden ser retos deportivos o de aventura, o pueden ser otro tipo de retos, a nivel intelectual, de salud, de proyecto familiar, de compromiso social o ambiental, cualquier tipo de reto es bueno y cualquier aspecto de la vida se puede afrontar como un reto. Uno de mis lemas es «Convierte las dificultades en retos». Cuando enfocamos algo como un reto, pasamos a vivirlo en positivo, con ilusión, buscando la oportunidad, siendo realistas, pero siempre con actitud luchadora, nunca desde el derrotismo.
De entre las expediciones que has hecho, ¿cuál ha sido la más especial y por qué? ¿Y la más difícil?
Sufro mucho siempre que debo contestar a esta pregunta, porque respondería explicando que varias expediciones han sido las más especiales por algo concreto, pero como sería demasiado largo, seguramente elijo la travesía de la Antártida. Por su complejidad, por la magia del sitio, por haberme quedado solo tanto tiempo allí y, sobre todo, porque la vida de aventuras me regaló la oportunidad de vivir una experiencia realmente única y con total conexión con la naturaleza que es pura.
Pasaste 48 días solo en la Antártida. ¿Cómo te organizabas todos los días? ¿Y la logística de la comida y el dormir?
En realidad, cada día era muy igual al anterior. Allí la monotonía manda. La logística es uno de los temas más complicados, pero debes trabajarlo antes de ir. Creas un protocolo diario concreto, para comer, fundir hielo, montar y desmontar la tienda, comunicarte cómo podías, preparar el trineo y avanzar toda la distancia posible. Uno de los grandes retos de cruzar la Antártida en solitario es gestionar esta rutina y seguirla sin errores que puedan comportarte un problema serio.
¿Cómo se gestiona física y mentalmente una expedición en solitario como las realizadas?
Físicamente, con entrenamiento, buena preparación técnica y de material, gestionando bien todos los movimientos y límites que el cuerpo te marca durante la expedición. Mentalmente, pienso que existen dos factores clave: uno es la propia evolución, preparación y entrenamiento mental durante la vida en general y las otras expediciones que ya has realizado. El otro es estar realmente comprometido y apasionado en el proyecto. Tienes que sentir en cada momento que aquello es lo que más deseas estar haciendo en la vida, si no, con tantos días y esfuerzo, la soledad y la mente te pueden destruir.
¿Qué sentiste cuando llegaste al polo Sur?
Tuve una doble sensación: máximo placer y tristeza a la vez. Placer porque había logrado un gran objetivo y pronto estaría con la familia y las comodidades de mi vida normal. Y tristeza porque yo ya me había integrado en la Antártida y había terminado un viaje único en mi vida, sabiendo que no hay muchas oportunidades durante la propia existencia de vivir experiencias tan auténticas y apasionantes como aquella.
Estabas solo, rodeado de hielo y nieve, ¿en qué pensabas?
Pensar mucho, pensar en positivo y estar bien avenido contigo mismo, es la clave para poder estar bien en solitario en un lugar tan extremo como este. Yo me divierto mucho estando solo y pensando o conversando conmigo mismo. Allí estaba en posición muy expansiva. Pensaba en la familia, en recuerdos del pasado que repasaba hasta el detalle, en nuevos proyectos, en conceptos y contenidos nuevos para artículos y conferencias, en el post que intentaba escribir a diario en mi web, en mi relación con la naturaleza, etc… Hay una inmensidad de temas con los que podemos y deberíamos estar conectados, desde nuestra conexión con nosotros mismos.
¿Cómo te has preparado para cada una de estas expediciones física y mentalmente?
Físicamente siempre estoy activo e intento estar entrenado. Pero para una expedición concreta, acabo de entrenar la parte que más voy a necesitar. La espalda para cruzar la Antártida, las lumbares para bajar el Ebro en Kayak, las piernas para realizar una carrera de aventura corriendo por etapas, para cada reto se necesita una preparación específica.
Mentalmente, lo hago trabajando mucho mi conexión con el propósito de cada proyecto, pues sin ella no sale la fuerza mental necesaria durante tantos días. Y también trabajando en el día a día, el saber estar solo y haciendo cada año como mínimo una actividad de deporte o aventura exigente, en solitario.
¿Qué aprendizajes tienes después de cada una de las aventuras en las que participas?
Por lo general, cada aventura es una fuente de reflexiones, conceptos y aprendizajes brutal. Son como mi laboratorio de ensayos, de donde salen las ideas para compartir en libros, artículos y conferencias. Imposible resumirlos aquí; pero siempre van en torno a las actitudes y el liderazgo, tanto a nivel personal como a nivel organizacional o de responsabilidad social y ambiental.
¿En qué momento disfrutas más de las expediciones? ¿Cuando las planificas, cuando las llevas a cabo o posteriormente cuando las recuerdas?
Segurísimo cuando las hago. Cuando las planifico, disfruto porque forma parte de un paso necesario para un proyecto, pero si pudiese me lo ahorraría. Y a posteriori, está muy bien recordarlas y compartir reflexiones y aprendizajes, pero la máxima intensidad la siento cuando estamos en medio del lío.
¿Te preocupa la vuelta a la vida real? Después de tanta aventura, ¿la rutina del día a día no es aburrida?
No, para nada. Yo no me voy de expedición para huir de la realidad de aquí. Me encanta la vida del día a día o normal, si la queremos llamar así, pero me apasiona explorar nuevos lugares y vivir experiencias especiales e intensas.
También eres el primer piloto que ha participado en el Dakar con un coche 100% eléctrico. ¿Cómo aparece esa idea y por qué?
Durante mi proyecto “7 Summits”, que me llevó a la cima más alta de cada continente, mi conciencia ambiental se disparó y, llegado al punto más alto de la tierra, el Everest, sentí que tenía que comprometerme realmente, pues ser conscientes de ello no es suficiente, y lo que cuenta es la acción. Decidí que nunca más haría actividades de aventura o deporte que directamente perjudicasen al medio ambiente. Llevaba 8 Dakars en ese momento y mi posicionamiento firme requería que abandonara esta actividad. Y entonces pensé en aprovechar mi compromiso sostenible y mi experiencia pilotando y montando equipos para el Dakar, para realizar un proyecto de divulgación y concienciación sobre la movilidad más sostenible y la lucha contra los combustibles fósiles: pilotar el primer vehículo 100% eléctrico en la historia de la carrera de motor más dura del mundo.
Hablando de sostenibilidad, ¿aún estamos a tiempo de arreglar el planeta?
No. De arreglarlo no creo que estemos a tiempo, pues lo hemos destrozado tantísimo, que sólo se podrá arreglar él mismo con muchísimo tiempo y cuando dejemos de estropearlo. Pero, de lo que sí estamos a tiempo, es de evitar que el tema vaya a mucho peor y que sea un problema irreversible para la biodiversidad y para las condiciones de vida en el planeta Tierra, especialmente la nuestra, la de los humanos. Y tenemos cada vez menos tiempo para actuar firmemente. Lo que hagamos esta década será clave para la historia de la humanidad.
Interrumpimos la conversación porque nos presentan los platos refrescantes de los entrantes: Mix de tomates de temporada con anguila ahumada y encurtidos y Burrata fresca con tomatitos, rúcula y polvo de olivas. En ambos platos destaca el equilibrio de sabores y la increíble calidad de la materia prima. Un regalo para el paladar.
Como comentaba, aparte de expediciones haces charlas y conferencias donde hablas de ‘liderazgo responsable’. ¿Qué significa para ti este concepto y cómo se aplica en la vida?
Liderazgo responsable es aquel que persigue sus objetivos, pero se responsabiliza del impacto que crea en su entorno, en la sociedad y en el medio ambiente, es decir, de todo el proceso seguido para alcanzar los objetivos. Hay demasiado liderazgo «a secas», sin ser responsable de verdad y esto es un desastre para todo. Un liderazgo que sólo persiga sus intereses sin importarle las consecuencias es un liderazgo malvado y del todo inconveniente para el mundo.
¿Eres consciente del seguimiento que han tenido tus aventuras?
Soy consciente de que han llegado a bastante gente y, a menudo, de forma inspiradora. Pero también soy consciente de que en un país anglosajón hubiera tenido un seguimiento mucho más potente. Aquí todo lo que no sea deporte convencional no está tan valorado.
Y hablando de inspiración, llegan a la mesa los Salmonetes Gaudí, una receta de 1987 del Bullí que os encantará y sorprenderá. Es mejor que lo pidáis “a ciegas” y os aseguro que disfrutaréis de este excelente pescado de nuestro mar, tratado con el cariño y respeto que merece.
Hablando de tus libros, tienes desde cuentos hasta el último libro hablando de los exploradores del futuro… ¿todos tenemos dentro ese espíritu explorador?
Todos podemos tenerlo. Ciertamente, mucha gente prefiere la rutina, la vida sin incertidumbres, la comodidad y el no asumir ningún riesgo. Pero esto cada vez generará menos valor y, por tanto, esta gente sufrirá más para proteger su tranquilidad. Creo que necesitamos más espíritu explorador para entender y liderar el futuro, tanto el de cada uno, como el de las organizaciones o el de la sociedad en general.
Y aunque os pueda parecer extraño, os recomiendo el pan. Sí, el pan. Es un pan hecho al momento, servido con AVOE y sal maldon, que os aseguro que no olvidaréis fácilmente.
La última aventura ha sido participar en un documental: el camino interior… ¿Cómo ha sido la experiencia?
Bien… no lo considero tanto una aventura, como una actividad interesante de comunicación. Pero la experiencia ha sido magnífica. Fue un lujo poder participar en una serie documental tan bien hecha en la que cada persona protagoniza un capítulo, correspondiente a una etapa del Camino de Santiago, reflexionando sobre las actitudes necesarias para entender y afrontar la vida. Cada capítulo es muy interesante e inspirador y los puedes ver tanto en TVE a la Carta como en Movistar Plus.
¿Cómo es la casa de un aventurero como Albert?
La casa en la que estoy ahora mismo, que como la tengo a la venta porque es demasiado grande para mí y en un tiempo la dejaré, es muy chula, está en una zona aislada, de pura naturaleza, sin ser una urbanización, pero a 5 minutos en coche del centro de Vic. Tiene el máximo nivel de sostenibilidad en construcción y aislamientos. No utiliza ningún tipo de combustible fósil, tenemos cogeneración y energía eléctrica renovable. Y tiene mucha luz natural por todas partes. Ah… y tenemos un jardín o terreno alrededor, que intentamos tener al máximo naturalizado, esto significa sin césped súper cuidado ni árboles que no sean autóctonos, con una balsa donde viven muchos anfibios, etc. No me gustan los entornos demasiado artificializados. Valoro mucho que esté en contacto con la naturaleza y sea un sitio inspirador.
¿Qué es lo que nunca falta en tu casa?
Un almacén grande para todos mis “trastos”. Yo puedo vivir en un espacio pequeño, pero necesito un espacio grande para mis juguetes. Y me inspiro para escribir y crear ideas o proyectos nuevos en mi despacho, desde el que se ve todo el pirineo.
Y lo que nunca debe faltar para los amantes de la carne en una buena comida es un chuletón y este lo es en mayúsculas. 500 gramos de excelente carne de Nebraska acompañados de patatas primor a la antigua. Si os gusta la carne, poco más os puedo explicar. Es un 10.
¿Qué crees que se necesita para poder realizar este tipo de aventuras? ¿Cómo animarías a alguien que tenga ganas, pero no se atreve?
Se necesitan las cosas básicas: 1) Que te encante el deporte o actividades muy exigentes y con cierto riesgo. 2) Que tengas una actitud emprendedora, pues cada proyecto requiere de un “Business Plan”, es como crear una empresa cada vez. 3) Que estés dispuesto a liderar de verdad tu tiempo, lo que significa renunciar a cosas, crear un modelo de vida que te lo permita, asumir incertidumbres, renunciar a cosas para ganar otras mucho más valiosas.
Si tuviera que animar a alguien que tenga ganas y no se atreve, le diría precisamente que no se autoengañe. O se equivoca teniendo ganas de una vida y unas aventuras especiales, o se equivoca no atreviéndose a ella. Si realmente deseas algo potente, debes tener el coraje para perseguirlo. Y si no tienes el coraje, significa que, o eres un cobarde, o que eso no te interesa realmente tanto. Que simplifique, o una cosa u otra, pues sino vivirá siempre en condicional e insatisfecho. La vida no va de lo que nos gustaría hacer, sino de lo que activamos de verdad.
Todo lo bueno llega a su fin, pero el final es más llevadero si lo endulzamos con un Bizcocho aéreo de pistacho con cremoso de yuzu y mandarina (nunca había visto algo igual), una Pavlova de cereza, frutos rojos e hibiscus (potencia y elegancia) y un Bailey’s Tiramisú (un toque especial a un clásico italiano.
¿Cuáles son tus proyectos y retos de futuro?
Este año es de transición para mí, debido a que estoy recuperándome de un accidente grave que tuve el pasado verano y estoy reorientando mi enfoque familiar. Por eso sólo tengo proyectos de un nivel más asequible: travesía integral de las Islas Canarias en BTT pasando por los puntos más altos, descenso con kayak del río Támesis en Inglaterra, carrera de “Adventur Running” por etapas y autosuficiencia en el desierto de Atacama y alguna cosita más que estamos pensando. Para el próximo año ya estamos preparando cosas más potentes.
He tenido la suerte de compartir un almuerzo increíble con una persona que también lo es y en un entorno que te queda grabado en la retina. El Gran Hotel La Florida es uno de esos lugares donde te sientes a gusto con solo entrar y donde puedes disfrutar de una excelente comida con unas vistas de Barcelona difíciles de superar. Hemos charlado, nos hemos emocionado y he podido escuchar de primera mano retos y aventuras que, a la mayoría de nosotros, nos parecen más de película que de la vida real.
Pero más allá de las impresionantes aventuras, me quedo con la filosofía de vida de Albert, con su pasión en todo lo que hace y con su forma de ver cualquier aspecto de la vida como un reto a disfrutar.
Siempre que hablo con alguien aprendo algo nuevo, algo interesante, pero hoy me da la sensación de que he hecho un máster.