Byredo celebra el 10º aniversario de Mojave Ghost
Una campaña que explora la icónica fragancia desde distintos ángulos.
Todo lo que rodea a Mojave Ghost tiene algo onírico, casi mágico. Para entenderlo, es necesario hacer un pequeño viaje en el tiempo. Hace unos años, Ben Gorham, fundador y director creativo de Byredo, realizó un viaje en coche a través del desierto de Mojave, en el suroeste de los Estados Unidos. Allí descubrió un paisaje formado por una vegetación y unos árboles tan escasos como resistentes, que habían sido capaces de prosperar en un entorno hostil. Y Ben se sintió profundamente conmovido por la cruda belleza de estas tierras infinitas y antiguas. Le llamó la atención que, en este páramo árido y desolado y, sin embargo, bellísimo, creciese la Mohavea confertiflora, una planta de flores pálidas con manchas púrpuras conocida como la flor fantasma que, pese a su aspecto etéreo y delicado, es un símbolo de resiliencia y de capacidad de adaptación.
Mojave Ghost no tenía unos parámetros predefinidos. Surgió de una flor, un lugar y una narrativa: de la exploración de las emociones, más que de materias primas establecidas.
Ben Gorham, fundador y director creativo de Byredo
Mojave Ghost es una fragancia amaderada de la colección de fragancias de lujo de Byredo, inspirada en la belleza conmovedora del desierto de Mojave. La ambrette almizclada se combina con la nesberry fresca. La flor violeta polvorienta se despliega para revelar el sándalo. El cálido almizcle completa las notas de fondo de ámbar fresco y madera de cedro.
Una década después de su lanzamiento, Byredo revisita Mojave Ghost con una campaña dividida en cinco partes que exploran el perfume desde distintos ángulos y perspectivas. Si el capítulo inicial trataba sobre la fuerza innata de la flor fantasma, el segundo, que acaba de estrenarse, pinta un retrato íntimo y visual de la composición olfativa de la fragancia. Para crearlo, la modelo Amelia Gray y la fotógrafa londinense Harley Weir han regresado al paisaje inmutable del desierto de Mojave para desarrollar una nueva narrativa que demuestra la desmesurada fuerza de voluntad de una flor frágil pero indestructible. La cámara de Harley captura a la perfección el dramático contraste entre la atmósfera lunar del desierto y las exuberantes y gigantescas flores que envuelven, en una suerte de simbiosis, el cuerpo de Amelia. El resultado son unas imágenes de una fuerza sobrecogedora, una textura única y una belleza implacable y majestuosa.