Así ha sido la vuelta a la rutina de Soñar Despierto

Tras casi un mes de la vuelta al cole de los más pequeños, algunas de las voluntarias de Soñar Despierto han querido compartir sus emociones al respecto. No solo los niños y niñas han retomado con mucha ilusión y energía el regreso a las aulas, sino también los voluntarios y voluntarias que trabajan con ellos. Así nos han descrito su vuelta a la rutina.
“Especial, emocionante, enérgico…”. Estos son los adjetivos (más que positivos) que las colaboradoras de Soñar Despierto han usado para describir el reencuentro con los peques de las residencias. Un reencuentro en el que, por supuesto, han reinado las historias de las aventuras que los niños y niñas han vivido en los campamentos de verano de la fundación. El chute de energía que todos necesitaban para retomar las clases con la mayor de las alegrías.
Uno de los momentos más emotivos para los y las voluntarias de Soñar Despierto ha sido el ver el cariño con el que los niños los recordaban a todos ellos. Un acto que demuestra que, a pesar de las mascarillas y las distancias de seguridad, el afecto no entiende de barreras.
“La realidad de estos niños y niñas de centros de acogida es que necesitan mucha atención especial, ya que algunos siguen siendo todavía muy pequeños”.
Voluntari@ de Soñar Despierto
Por eso, para la organización es muy importante asegurarse de que estos pequeños obtengan toda la atención, el cariño, el apoyo y la motivación posible. Y que lo obtengan de manera constante, en su día a día, tanto en el colegio como en sus residencias. Porque los voluntarios y voluntarias de Soñar Despierto son mucho más que eso. Son el apoyo constante de estos niños, son la figura con quien compartir sus inquietudes, sus pensamientos, sus sueños, sus alegrías y también sus preocupaciones. Son sus figuras de referencia, quienes hacen un seguimiento de sus vidas y son capaces de apreciar sus avances.
¿La mejor de las recompensas? La energía, la alegría, la emoción y el cariño que estos niños ponen hasta en las más pequeñas cosas. Y es que el mayor regalo para cualquier adulto es poder contemplar la vida a través de los ojos de un niño. Unos ojos que ven la vida de un modo distinto, que aceptan las circunstancias del momento con otra fortaleza y que aprecian las pequeñas cosas del mismo modo que los grandes triunfos. ¡Y qué emoción volver a la rutina así!
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