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5 pueblos con encanto en Cantabria para visitar el puente de noviembre

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Te descubrimos los pueblos con más encanto de Cantabria a los que no podrás resistirte en tu próxima escapada

Parece mentira que octubre esté a punto de acabarse, pero si eres de los afortunados que termina el mes haciendo puente, esto te puede interesar. Sin duda, cuatro días seguidos de fiesta es la oportunidad perfecta para hacer una pequeña escapada. Y, ¿qué mejor que visitar Cantabria y sus increíbles parajes en pleno otoño? No se nos ocurre un plan más atractivo. Así que toma nota porque hoy te traemos 5 pueblos con encanto en Cantabria que querrás visitar el puente de noviembre.

Santillana del mar

Seguramente es el pueblo más conocido, pero es una visita imprescindible si viajas Cantabria y una de las localidades con mayor valor histórico-artístico. También se la conoce como “la villa de las tres mentiras” porque no es ni santa, ni llana ni tiene mar. Lo que sí tiene es un encanto extraordinario. En Santillana del Mar podrás visitar la Cueva de Altamira, la colegiata de Santa Juliana o las torres de Merino y Don Borja, que ahora son la sede de la Fundación Santillana. Además, en sus empedradas calles medievales encontrarás múltiples talleres artesanos y una gran oferta gastronómica.

Potes

Potes es uno de los pueblos con más encanto de Cantabria. Es un territorio llano rodeado de montañas, donde se unen los ríos Deva y Quiviesa. Lo rodea un paisaje espectacular y está situado en la confluencia de los cuatro valles de la comarca. Es conocida como la villa de los puentes, de ahí su nombre, y de las torres. Las dos más destacadas son la torre del Infantado y la de Orejón de la Lama. También destaca por su gastronomía. Cuenta con un buen número de restaurantes de todos los estilos y categorías en los que se puede degustar gran variedad de platos. Pero no te puedes perder una de sus estrellas culinarias: el cocido lebaniego. Además, no te puedes ir de Potes sin probar sus famosos licores de elaboración artesanal, el orujo y el tostadillo.

Liérganes

Este pueblo fue declarado de interés histórico-artístico nacional en 1978 y el núcleo urbano se encuentra a los pies de dos pequeñas elevaciones: Marimón y Cotillamón. Además, por allí baja el río Miera y los puentes de Liébanes que lo cruzan no tienen desperdicio con ese estilo norteño propio de la región. Los más característicos son los de Liérganes y Rubalcaba. Paseando entre ambos se encuentra la escultura del hombre-pez, cuya leyenda está ligada al pueblo, y el Ecomuseo-Fluviarium de la Montaña y Cuencas Fluviales Pasiegas. Por si fuera poco, también cuenta con un balneario rodeado de una magnífica finca con arbolado, uno de los pueblos de Cantabria con más encanto para desconectar.

Mogrovejo

Mogrovejo es una pequeña aldea que conserva un importante conjunto de casas populares lebaniegas y algunos edificios singulares, entre los que destaca la torre medieval del siglo XIII. Su encanto se encuentra en el estilo lebaniego de sus casas populares, combinado con el impresionante paisaje que ofrecen los Picos de Europa tras Mogrovejo.

Castro Urdiales

También conocido como Flavióbriga, tiene el encanto de un pueblecito marinero y pesquero. Conserva un casco viejo en el que no te cansarías de pasear por sus callejuelas. El conjunto urbano de Castro Urdiales tiene origen medieval y sus edificios más populares son la iglesia de Santa María, el castillo-faro que se encuentra junto a ella, el bello puente medieval y la ermita de Santa Ana. Pero también cuenta con edificaciones más modernas, como el palacio Toki-Eder, que también tienen un gran encanto. Sin duda, Castro Urdiales es el típico pueblo pesquero en el que pasar un buen domingo soleado.

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